Gedicht
Eduardo Cote Lamus
AN DER GEWESENHEIT
“It was thus”. “Here it happened”. “There it was”.“If we walk to our left . . .”
“. . . further . . .” And the Berlin night was alert
in her eyes. From her long blond hair,
sheer hair, the past fell down again.
Nothing was there but the tremendous stump
of the ruins. But there,
through the present there flowed to her mouth
ancient words. “On that window that doesn’t exist
light fell as if on a lake”.
The Spree begins slowly, almost without moving
throws on its banks a city;
a man arrived, threw the harpoon
and beside him, next to the pile of fish
there came commerce. Then the bridge was built
and the river had shade other than the forest’s.
In the past there is a dead future;
that is why there is another name for this:
the dream. And one begins by turning one’s eyes,
as if by eating bread
we traced the course of flour.
“Here this was different”. And I knew
by the warmth in her hand that that had been
different. “I never knew it”. And I knew
that she herself was more than her words.
The hollowed-out asphalt. The sad silence
of her words, comparable only to the drum
of stars in the night.
In the Ostberlin there is a faceless
house on the Eberwälderstrasse.
Shrapnel has destroyed its features,
but lovingly on that
tragedy flowerpots burst
with migratory flowers planted
by the hands of careful women.
Maybe it is nothing more than remote
hope, the rumor of colors
or the committed candor of ancient warrior lovers
holding each other under the bombs.
“It is the time”, she said, and her voice was like
an old photograph, like
the shadow of herself in childhood.
“If you throw a stone it would have hit
the window exactly . . .”
An autumn once passed that place by.
But time in Berlin falls just like
a hopeless stone
into loneliness. In her hands the caress
was like a log for a shipwrecked man
and the love running down her skin
fell into bed with me, unleashing
the lost visions, the memories she didn’t have,
the dread in search for company.
© Translation: 2010, Laura Chalar
AN DER GEWESENHEIT
AN DER GEWESENHEIT
“Así era”. “Aquí fue”. “Allí estaba”.“Si caminamos a la izquierda . . .”
“. . . más allá . . .” Y la noche en Berlín estaba alerta
en sus ojos. De su largo pelo rubio,
puro, caía nuevo el pasado.
Nada había sino el tremendo muñón
de las ruinas. Pero ahí,
a través del presente bajaban a su boca
viejas palabras. “En aquella ventana que no existe
la luz daba como si fuese a un lago”.
El Spree comienza lento, casi sin moverse
arroja a sus orillas una ciudad;
un hombre llegó, lanzó el arpón
y a su lado, junto al montón e pescado
vino el comercio. Después se hizo el puente
y tuvo el río sombra distinta a la del bosque.
En el pasado hay un futuro muerto;
de ahí que para esto haya otro nombre:
el sueño. Y se comienza por volver la vista,
como si comiendo el pan
siguiéramos el curso de la harina.
“Aquí esto era distinto”. Y yo sabía
por el calor de su mano que aquello había sido
distinto. “No lo conocí”. Y yo sabía
que ella misma era más que sus palabras.
El asfalto ahuecado. El triste silencio
de sus palabras, sólo comparable al tambor
de las estrellas en la noche.
En el Ostberlin hay una casa
sin cara en la Eberwälderstrasse.
La metralla deshizo sus facciones,
pero amorosamente sobre la
tragedia, los materos florecen
con flores migratorias que las manos
de cuidadosas mujeres cultivan.
Es acaso no más que la remota
esperanza, el rumor de los colores
o el candor entregado de antiguos amantes guerreros
poseyéndose bajo las bombas.
“Es el tiempo”, dijo, y su voz era como
una fotografía vieja, como
la sombra de ella misma en la infancia.
“Si lanzas una piedra hubiese dado
exactamente en la ventana . . .”
Allí pasó una vez otoño de largo.
Pero el tiempo en Berlín cae igual
que una piedra sin esperanza
en la soledad. En sus manos la caricia
era como leño para un náufrago
y el amor que por su piel corría
cayó conmigo al lecho desatando
las perdidas visiones, los recuerdos que no tuvo,
el pavor buscando compañía.
© 1959, Eduardo Cote Lamus
From: La vida cotidiana
Publisher: Ediciones Mito, Colección El Delfín, Bogotá
From: La vida cotidiana
Publisher: Ediciones Mito, Colección El Delfín, Bogotá
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AN DER GEWESENHEIT
“Así era”. “Aquí fue”. “Allí estaba”.“Si caminamos a la izquierda . . .”
“. . . más allá . . .” Y la noche en Berlín estaba alerta
en sus ojos. De su largo pelo rubio,
puro, caía nuevo el pasado.
Nada había sino el tremendo muñón
de las ruinas. Pero ahí,
a través del presente bajaban a su boca
viejas palabras. “En aquella ventana que no existe
la luz daba como si fuese a un lago”.
El Spree comienza lento, casi sin moverse
arroja a sus orillas una ciudad;
un hombre llegó, lanzó el arpón
y a su lado, junto al montón e pescado
vino el comercio. Después se hizo el puente
y tuvo el río sombra distinta a la del bosque.
En el pasado hay un futuro muerto;
de ahí que para esto haya otro nombre:
el sueño. Y se comienza por volver la vista,
como si comiendo el pan
siguiéramos el curso de la harina.
“Aquí esto era distinto”. Y yo sabía
por el calor de su mano que aquello había sido
distinto. “No lo conocí”. Y yo sabía
que ella misma era más que sus palabras.
El asfalto ahuecado. El triste silencio
de sus palabras, sólo comparable al tambor
de las estrellas en la noche.
En el Ostberlin hay una casa
sin cara en la Eberwälderstrasse.
La metralla deshizo sus facciones,
pero amorosamente sobre la
tragedia, los materos florecen
con flores migratorias que las manos
de cuidadosas mujeres cultivan.
Es acaso no más que la remota
esperanza, el rumor de los colores
o el candor entregado de antiguos amantes guerreros
poseyéndose bajo las bombas.
“Es el tiempo”, dijo, y su voz era como
una fotografía vieja, como
la sombra de ella misma en la infancia.
“Si lanzas una piedra hubiese dado
exactamente en la ventana . . .”
Allí pasó una vez otoño de largo.
Pero el tiempo en Berlín cae igual
que una piedra sin esperanza
en la soledad. En sus manos la caricia
era como leño para un náufrago
y el amor que por su piel corría
cayó conmigo al lecho desatando
las perdidas visiones, los recuerdos que no tuvo,
el pavor buscando compañía.
From: La vida cotidiana
AN DER GEWESENHEIT
“It was thus”. “Here it happened”. “There it was”.“If we walk to our left . . .”
“. . . further . . .” And the Berlin night was alert
in her eyes. From her long blond hair,
sheer hair, the past fell down again.
Nothing was there but the tremendous stump
of the ruins. But there,
through the present there flowed to her mouth
ancient words. “On that window that doesn’t exist
light fell as if on a lake”.
The Spree begins slowly, almost without moving
throws on its banks a city;
a man arrived, threw the harpoon
and beside him, next to the pile of fish
there came commerce. Then the bridge was built
and the river had shade other than the forest’s.
In the past there is a dead future;
that is why there is another name for this:
the dream. And one begins by turning one’s eyes,
as if by eating bread
we traced the course of flour.
“Here this was different”. And I knew
by the warmth in her hand that that had been
different. “I never knew it”. And I knew
that she herself was more than her words.
The hollowed-out asphalt. The sad silence
of her words, comparable only to the drum
of stars in the night.
In the Ostberlin there is a faceless
house on the Eberwälderstrasse.
Shrapnel has destroyed its features,
but lovingly on that
tragedy flowerpots burst
with migratory flowers planted
by the hands of careful women.
Maybe it is nothing more than remote
hope, the rumor of colors
or the committed candor of ancient warrior lovers
holding each other under the bombs.
“It is the time”, she said, and her voice was like
an old photograph, like
the shadow of herself in childhood.
“If you throw a stone it would have hit
the window exactly . . .”
An autumn once passed that place by.
But time in Berlin falls just like
a hopeless stone
into loneliness. In her hands the caress
was like a log for a shipwrecked man
and the love running down her skin
fell into bed with me, unleashing
the lost visions, the memories she didn’t have,
the dread in search for company.
© 2010, Laura Chalar
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