Gedicht
León de Greiff
Sergei Stepansky’ s Narrative
I gamble my life!It wasn’t worth much!
I have lost it
hopelessly!
Erik Fjordson
I gamble my life, I barter my life
I have lost it
anyway . . .
And I gamble or trade it for the most puerile mirage,
I give it in use, or I give it away . . .
I gamble it against one or against everybody,
I gamble it against zero or infinity,
I gamble it in a bedroom, in an agora, or in a gambling den,
in a crossroads, in a barricade, in a mutiny;
I definitely gamble it, from beginning to end,
breathwise and deepwise
on the periphery, in the middle,
and in the underdepth . . .
I gamble my life, I barter my life,
I have lost it
hopelessly.
And I gamble it, or trade it for the most puerile mirage,
I give it in use, or I give it away . . .
or I trade it for a smile and four kisses
all is the same to me:
whatever is eminent and base, trivial, perfect or bad . . .
All is the same to me:
there is room enough for everything in the minute horrid abyss
where my brain is knotted like a snake.
I trade my life for old lamps
or for the dice used to gamble the seamless tunic
– for the most anodyne, the most obvious, the most futile:
for the pendants the simian mulatto girl
hangs on her ears,
as do the Nubian terra-cotta,
the pale brunette, the yellowish oriental woman, or the hyperborean blonde:
I trade my life for a tin ring
or for Sigmund’s sword,
or for the orb
Charlemagne held in his hands: to let the ball go rolling . . .
I trade my life for the idiot’s or the saint’s
candid halo;
I trade it for the collar
they painted around fat Capet’s neck;
or for the rigid shower that fell upon the neck
of Charles I;
I trade it for a romance,
I trade it for a sonnet;
for eleven Turkish Angora cats
for a doggerel or a saeta,
for a song;
for an incomplete pack of cards;
for a large knife, for a pipe, for an ancient harp . . .
or for that doll that cries
like any poet.
I trade my life – on credit – for a factory of sunsets
(with red glows);
for a gorilla from Borneo;
for two Sumatran panthers;
for the pearls swarthy Cleopatra drank –
or for her little nose that must be in some Museum;
I trade my life for old lamps,
or for Jacob’s ladder or for his pottage of lentils . . .
or for two minute holes
– on my temples – through which in grey rotten humours flow away
all the boredom, all the weariness, all the horror
I keep in my head!
I gamble my life, I barter my life.
I have lost it
anyway . . .
Netupiromba (1931)
© Translation: 2004, Jaime Tello
Relato de Sergio Stepansky
Relato de Sergio Stepansky
¡Juego mi vida!¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!
Eric Fjordson
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida . . .
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo . . .
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
– en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo . . .
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo o la regalo . . .
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo ruin, lo trivial, lo perfecto, lo malo . . .
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil
– por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno – para echar a rodar la bola . . .
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance,
la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca . . .
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
Cambio mi vida – al fiado – por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra –
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas . . .
¡o por dos huequecillos minúsculos
– en las sienes – por donde se me fugue en gríseas podres,
toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que
almaceno en mis odres!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida . . .
Netupiromba (1931).
© 1995, heirs of Léon de Greiff
From: Antología Multilingüe
Publisher: Colcultura, Bogotá
From: Antología Multilingüe
Publisher: Colcultura, Bogotá
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Relato de Sergio Stepansky
¡Juego mi vida!¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!
Eric Fjordson
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida . . .
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo . . .
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
– en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo . . .
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo o la regalo . . .
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo ruin, lo trivial, lo perfecto, lo malo . . .
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil
– por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia,
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por un anillo de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno – para echar a rodar la bola . . .
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que le llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance,
la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca . . .
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
Cambio mi vida – al fiado – por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra –
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas . . .
¡o por dos huequecillos minúsculos
– en las sienes – por donde se me fugue en gríseas podres,
toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que
almaceno en mis odres!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida . . .
Netupiromba (1931).
From: Antología Multilingüe
Sergei Stepansky’ s Narrative
I gamble my life!It wasn’t worth much!
I have lost it
hopelessly!
Erik Fjordson
I gamble my life, I barter my life
I have lost it
anyway . . .
And I gamble or trade it for the most puerile mirage,
I give it in use, or I give it away . . .
I gamble it against one or against everybody,
I gamble it against zero or infinity,
I gamble it in a bedroom, in an agora, or in a gambling den,
in a crossroads, in a barricade, in a mutiny;
I definitely gamble it, from beginning to end,
breathwise and deepwise
on the periphery, in the middle,
and in the underdepth . . .
I gamble my life, I barter my life,
I have lost it
hopelessly.
And I gamble it, or trade it for the most puerile mirage,
I give it in use, or I give it away . . .
or I trade it for a smile and four kisses
all is the same to me:
whatever is eminent and base, trivial, perfect or bad . . .
All is the same to me:
there is room enough for everything in the minute horrid abyss
where my brain is knotted like a snake.
I trade my life for old lamps
or for the dice used to gamble the seamless tunic
– for the most anodyne, the most obvious, the most futile:
for the pendants the simian mulatto girl
hangs on her ears,
as do the Nubian terra-cotta,
the pale brunette, the yellowish oriental woman, or the hyperborean blonde:
I trade my life for a tin ring
or for Sigmund’s sword,
or for the orb
Charlemagne held in his hands: to let the ball go rolling . . .
I trade my life for the idiot’s or the saint’s
candid halo;
I trade it for the collar
they painted around fat Capet’s neck;
or for the rigid shower that fell upon the neck
of Charles I;
I trade it for a romance,
I trade it for a sonnet;
for eleven Turkish Angora cats
for a doggerel or a saeta,
for a song;
for an incomplete pack of cards;
for a large knife, for a pipe, for an ancient harp . . .
or for that doll that cries
like any poet.
I trade my life – on credit – for a factory of sunsets
(with red glows);
for a gorilla from Borneo;
for two Sumatran panthers;
for the pearls swarthy Cleopatra drank –
or for her little nose that must be in some Museum;
I trade my life for old lamps,
or for Jacob’s ladder or for his pottage of lentils . . .
or for two minute holes
– on my temples – through which in grey rotten humours flow away
all the boredom, all the weariness, all the horror
I keep in my head!
I gamble my life, I barter my life.
I have lost it
anyway . . .
Netupiromba (1931)
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