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Gedicht

Armando Orozco Tovar

THE EMBERA WOMAN

Every day I cross this sidewalk
and God is not there,
only the Embera woman.

As if she did not exist
everybody steps on her,
she’s invisible there in the street.

She no longer has woods,
only fish without wings
empty in her eyes,
and a son sown in the cemetery.

Columbus no longer comes in his ship
so she can look at her face in the mirror.

The rivers of white, or green, water
springing from the ground,
the red wine
falling from the leaves of trees.

The Embera woman sails on the sidewalk.

She neither says anything nor wails
“A few pennies for the love of God!”
but God is not there anyway, nor is anyone,
when hunger hounds her.

Only the poet sees her, and shouts,
“Let someone stop the assassin!”

LA EMBERA

LA EMBERA

Todos los días cruzo por la acera
Y Dios no está,
Sólo la embera.

Como si no existiera
Todos la pisan,
Es invisible sobre la calle.

Ya no tiene bosques,
Sólo peces sin alas,
Vacíos dentro de sus ojos
Y un hijo sembrado en el cemento.

Ya no llega Colón con sus navíos,
Para que ella mire su nada en los espejos.

Sus ríos de aguas blancas, o verdes
Naciendo en los esteros,
Los vino tintos,
Caídos desde las hojas de los árboles.

La embera navega sobre la acera.

No dice nada, ni gime:
¡Por Dios, una limosna!
Pero Dio no existe, ni nadie,
A las deshoras del hambre.

Sólo el poeta ve a la Katío y grita:
¡Qué alguien detenga al asesino!
Armando Orozco Tovar

Armando Orozco Tovar

(Colombia, 1943)

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LA EMBERA

Todos los días cruzo por la acera
Y Dios no está,
Sólo la embera.

Como si no existiera
Todos la pisan,
Es invisible sobre la calle.

Ya no tiene bosques,
Sólo peces sin alas,
Vacíos dentro de sus ojos
Y un hijo sembrado en el cemento.

Ya no llega Colón con sus navíos,
Para que ella mire su nada en los espejos.

Sus ríos de aguas blancas, o verdes
Naciendo en los esteros,
Los vino tintos,
Caídos desde las hojas de los árboles.

La embera navega sobre la acera.

No dice nada, ni gime:
¡Por Dios, una limosna!
Pero Dio no existe, ni nadie,
A las deshoras del hambre.

Sólo el poeta ve a la Katío y grita:
¡Qué alguien detenga al asesino!

THE EMBERA WOMAN

Every day I cross this sidewalk
and God is not there,
only the Embera woman.

As if she did not exist
everybody steps on her,
she’s invisible there in the street.

She no longer has woods,
only fish without wings
empty in her eyes,
and a son sown in the cemetery.

Columbus no longer comes in his ship
so she can look at her face in the mirror.

The rivers of white, or green, water
springing from the ground,
the red wine
falling from the leaves of trees.

The Embera woman sails on the sidewalk.

She neither says anything nor wails
“A few pennies for the love of God!”
but God is not there anyway, nor is anyone,
when hunger hounds her.

Only the poet sees her, and shouts,
“Let someone stop the assassin!”
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