Gedicht
Juan Diego Tamayo
ON THE SCRIBE
As I write, I write myself. I am the one who has spent endless hours with the night ink, committing men’s memories to paper each day. I have written on the desert and every period is a grain of the same. Letters on the sea have been liquid and every word is anguish when it concerns oblivion. Sometimes I am the distant sign that judges. Other times, the letter that extols love. Almost never the one talking about what is just. In me are all the alphabets and I have tried complex calligraphies brought to me from unknown peoples hour upon hour. I have written in blood about gory battles. I have celebrated the triumph of death. I have celebrated the consecration of life with the sap of trees. I am the stellar sign. The sign of so many times that I am lost in it. I have written epistles of pain, of rejection, of sentences. Most times my hand shakes. At some moments my hand enjoys what I write and I feel as if I were caressed by a lost dove. I have brought order to obtuse thoughts. I have reordered the stars and their movements. I have attended the assembly where men conspire against others for power. Death also dictates its judgements to me. I am the celebrant of ancient alphabets in this half-lit room. Only the candelabra keeps me company and with its light I write a better horizon for the future generations. I write now, possessed by the syllables, I write on the stone of sacrifice. Hence the writing. The letter that accompanies me polishes my blood as if it were a diamond. I write with blood, with the same I have seen shed, like rivers of ink, in battles, with the same blood I have wrenched from the mauve sunset, I shall use the same blood to add the full stop to these folios on which I write my life.
© Translation: 2009, Nicolás Suescún
DEL ESCRIBA
DEL ESCRIBA
Mientras escribo me escribo. Soy el que ha gastado horas eternas con la tinta de la noche para dejar en el papel del día la memoria de los hombres. He escrito sobre el desierto y cada punto final es un grano del mismo. Líquidas han sido las letras que del mar hablan y de angustia cada vocablo cuando del olvido se trata. Algunas veces soy la grafía distante que juzga. Otras la letra que enaltece el amor. Casi nunca la que al hablar de lo justo se trata. En mí están todos los alfabetos y he ensayado horas enteras complejas caligrafías que me traen de incógnitos pueblos. Con sangre he escrito sobre cruentas batallas. He celebrado el triunfo de la muerte. He celebrado con la savia de los árboles de primavera la consagración de la vida. Soy la grafía estelar. La grafía de tantos y tantos tiempos que ya en ella me pierdo. He escrito epístolas de dolor, de rechazo, de sentencias. La más de las veces mi mano tiembla. En algunos momentos mi mano se solaza con lo que escribo y me siento como si acariciara una paloma perdida. He dado orden a obtusos pensamientos. He reordenado los astros y sus movimientos. He asistido a la asamblea donde hombres confabulan contra otros por el poder. La muerte me dicta también sus arbitrios. Oficiante de antiguos alfabetos soy en esta habitación en penumbra. Sólo el candelabro me acompaña y con su luz escribo un horizonte mejor para las generaciones futuras. Escribo ahora, poseso de las sílabas, escribo sobre la piedra del sacrificio. Así la escritura. La letra que me acompaña pule mi sangre como si de un diamante se tratara. Escribo con sangre, con la misma que he visto correr, como ríos de tinta, en las batallas, con la misma sangre que le he arrebatado al ocaso malva, con la misma con la que pondré punto final a estos folios con los que escribo mi vida.
© 2008, Juan Diego Tamayo
From: Oscura ceniza
Publisher: First published by PIW,
From: Oscura ceniza
Publisher: First published by PIW,
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DEL ESCRIBA
Mientras escribo me escribo. Soy el que ha gastado horas eternas con la tinta de la noche para dejar en el papel del día la memoria de los hombres. He escrito sobre el desierto y cada punto final es un grano del mismo. Líquidas han sido las letras que del mar hablan y de angustia cada vocablo cuando del olvido se trata. Algunas veces soy la grafía distante que juzga. Otras la letra que enaltece el amor. Casi nunca la que al hablar de lo justo se trata. En mí están todos los alfabetos y he ensayado horas enteras complejas caligrafías que me traen de incógnitos pueblos. Con sangre he escrito sobre cruentas batallas. He celebrado el triunfo de la muerte. He celebrado con la savia de los árboles de primavera la consagración de la vida. Soy la grafía estelar. La grafía de tantos y tantos tiempos que ya en ella me pierdo. He escrito epístolas de dolor, de rechazo, de sentencias. La más de las veces mi mano tiembla. En algunos momentos mi mano se solaza con lo que escribo y me siento como si acariciara una paloma perdida. He dado orden a obtusos pensamientos. He reordenado los astros y sus movimientos. He asistido a la asamblea donde hombres confabulan contra otros por el poder. La muerte me dicta también sus arbitrios. Oficiante de antiguos alfabetos soy en esta habitación en penumbra. Sólo el candelabro me acompaña y con su luz escribo un horizonte mejor para las generaciones futuras. Escribo ahora, poseso de las sílabas, escribo sobre la piedra del sacrificio. Así la escritura. La letra que me acompaña pule mi sangre como si de un diamante se tratara. Escribo con sangre, con la misma que he visto correr, como ríos de tinta, en las batallas, con la misma sangre que le he arrebatado al ocaso malva, con la misma con la que pondré punto final a estos folios con los que escribo mi vida.
From: Oscura ceniza
ON THE SCRIBE
As I write, I write myself. I am the one who has spent endless hours with the night ink, committing men’s memories to paper each day. I have written on the desert and every period is a grain of the same. Letters on the sea have been liquid and every word is anguish when it concerns oblivion. Sometimes I am the distant sign that judges. Other times, the letter that extols love. Almost never the one talking about what is just. In me are all the alphabets and I have tried complex calligraphies brought to me from unknown peoples hour upon hour. I have written in blood about gory battles. I have celebrated the triumph of death. I have celebrated the consecration of life with the sap of trees. I am the stellar sign. The sign of so many times that I am lost in it. I have written epistles of pain, of rejection, of sentences. Most times my hand shakes. At some moments my hand enjoys what I write and I feel as if I were caressed by a lost dove. I have brought order to obtuse thoughts. I have reordered the stars and their movements. I have attended the assembly where men conspire against others for power. Death also dictates its judgements to me. I am the celebrant of ancient alphabets in this half-lit room. Only the candelabra keeps me company and with its light I write a better horizon for the future generations. I write now, possessed by the syllables, I write on the stone of sacrifice. Hence the writing. The letter that accompanies me polishes my blood as if it were a diamond. I write with blood, with the same I have seen shed, like rivers of ink, in battles, with the same blood I have wrenched from the mauve sunset, I shall use the same blood to add the full stop to these folios on which I write my life.
© 2009, Nicolás Suescún
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