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Gedicht

Juan Diego Tamayo

LORD OF LIGHTNING

The sea’s surf announces winds of fury
and everything is visible in the celestial heart.
Bolts of lightning that ushers in unions
under the murmur of the gods
consecrating you the “De Angelis.”

Oh! Old Lord of white fire
and submerged sadness:
You cross the night with a heart’s laughter
and the trembling of a visited body.

Oh! Old Lord who reads the sky
in the bolts of lightning that lavish
the secret of tears:
The breath of their voices calls you
in the agony of the stars.

Oh! Old Lord who pursues
the stirring rhythm of the woods
announcing a fear of prayer
where every silence is truth
and sustained delirium.

Oh! Old Lord:
If you knew how the mockingbird sings,
how its warbling ensures the permanence of the wind;
it casts a spell on your stars
which go on fleeing into the sky,
when you plunge your hands in the lake
and the splendor remains in them.

Oh! Old Lord,
What will you do with so much light?
What will you do with so many timid dreams?
What will you do now that love is near
and you withdraw with your light
to liberate the birds
from the mysterious echo of the night?

Oh! Old Lord approaching,
listening to the dialogue
of fire with logs of wood,
and carrying that brilliance through ancient streets
in search of a garden to bury your fears
and looking at yourself in the dream of flowers.

Oh! Old Lord:
the stars call you.
They look for you in the celestial confines.

The door opens,
the piano is waiting for you
in profound celebration of your angel
dressed with bolts of lightning.

Oh! Old Lord:
The glance of a red eye
falls into your laughter.

SEÑOR DE LOS RELÁMPAGOS

SEÑOR DE LOS RELÁMPAGOS

El oleaje marino anuncia vientos de furia
y todo es visible en el corazón celeste.
Relámpago que trae uniones
bajo el murmullo de los dioses
que te consagran el “De Angelis”.

¡Oh! Viejo señor del fuego blanco
y la tristeza sumergida:
cruzas la noche con la risa del corazón
y el temor del cuerpo visitado.

¡Oh! Viejo señor que lees el cielo
en los relámpagos que te prodigan
el secreto de las lágrimas:
el hálito de sus voces te llama
en la agonía de las estrellas.

¡Oh! Viejo señor que persigues
el compás agitado de los bosques
anunciando el temor a la oración
donde todo silencio es verdad
y delirio sostenido.

¡Oh! Viejo señor:
si supieras cómo canta el sinsonte,
cómo su trino asegura la permanencia del viento;
lo hechiza para tus estrellas
que siguen en fuga por el cielo,
cuando hundes tus manos en el lago
y en ellas queda el resplandor.

¡Oh! Viejo señor:
qué harás con tanta luz,
qué harás con tantos sueños tímidos,
qué harás ahora que el amor está cerca
y tú te alejas con tu luz
para liberar los pájaros
del eco misterioso de la noche.

¡Oh! Viejo señor que te acercas
escuchando el diálogo
del fuego con el madero,
y llevas ese destello por antiguas calles
buscando un jardín para enterrar tus miedos
y contemplarte luego en el sueño de las flores.

¡Oh! Viejo señor:
las estrellas te llaman.
Te buscan por el confín celeste.

Se abre la puerta
donde te espera el piano
en la celebración profunda de tu ángel
vestido de relámpagos.

¡Oh! Viejo señor:
la mirada del ojo rojo
cae en tu risa.
Juan Diego Tamayo

Juan Diego Tamayo

(Colombia, 1968)

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SEÑOR DE LOS RELÁMPAGOS

El oleaje marino anuncia vientos de furia
y todo es visible en el corazón celeste.
Relámpago que trae uniones
bajo el murmullo de los dioses
que te consagran el “De Angelis”.

¡Oh! Viejo señor del fuego blanco
y la tristeza sumergida:
cruzas la noche con la risa del corazón
y el temor del cuerpo visitado.

¡Oh! Viejo señor que lees el cielo
en los relámpagos que te prodigan
el secreto de las lágrimas:
el hálito de sus voces te llama
en la agonía de las estrellas.

¡Oh! Viejo señor que persigues
el compás agitado de los bosques
anunciando el temor a la oración
donde todo silencio es verdad
y delirio sostenido.

¡Oh! Viejo señor:
si supieras cómo canta el sinsonte,
cómo su trino asegura la permanencia del viento;
lo hechiza para tus estrellas
que siguen en fuga por el cielo,
cuando hundes tus manos en el lago
y en ellas queda el resplandor.

¡Oh! Viejo señor:
qué harás con tanta luz,
qué harás con tantos sueños tímidos,
qué harás ahora que el amor está cerca
y tú te alejas con tu luz
para liberar los pájaros
del eco misterioso de la noche.

¡Oh! Viejo señor que te acercas
escuchando el diálogo
del fuego con el madero,
y llevas ese destello por antiguas calles
buscando un jardín para enterrar tus miedos
y contemplarte luego en el sueño de las flores.

¡Oh! Viejo señor:
las estrellas te llaman.
Te buscan por el confín celeste.

Se abre la puerta
donde te espera el piano
en la celebración profunda de tu ángel
vestido de relámpagos.

¡Oh! Viejo señor:
la mirada del ojo rojo
cae en tu risa.

LORD OF LIGHTNING

The sea’s surf announces winds of fury
and everything is visible in the celestial heart.
Bolts of lightning that ushers in unions
under the murmur of the gods
consecrating you the “De Angelis.”

Oh! Old Lord of white fire
and submerged sadness:
You cross the night with a heart’s laughter
and the trembling of a visited body.

Oh! Old Lord who reads the sky
in the bolts of lightning that lavish
the secret of tears:
The breath of their voices calls you
in the agony of the stars.

Oh! Old Lord who pursues
the stirring rhythm of the woods
announcing a fear of prayer
where every silence is truth
and sustained delirium.

Oh! Old Lord:
If you knew how the mockingbird sings,
how its warbling ensures the permanence of the wind;
it casts a spell on your stars
which go on fleeing into the sky,
when you plunge your hands in the lake
and the splendor remains in them.

Oh! Old Lord,
What will you do with so much light?
What will you do with so many timid dreams?
What will you do now that love is near
and you withdraw with your light
to liberate the birds
from the mysterious echo of the night?

Oh! Old Lord approaching,
listening to the dialogue
of fire with logs of wood,
and carrying that brilliance through ancient streets
in search of a garden to bury your fears
and looking at yourself in the dream of flowers.

Oh! Old Lord:
the stars call you.
They look for you in the celestial confines.

The door opens,
the piano is waiting for you
in profound celebration of your angel
dressed with bolts of lightning.

Oh! Old Lord:
The glance of a red eye
falls into your laughter.
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