Gedicht
Fernando Rendón
Delphi
I inhabit a zone of light rays and revelations. The oracle still speaks. I for my part do notlisten to it. I do not follow its warnings.
I refused to be initiated. I never repeated aloud what I heard from the mouth of the
torment. I fought against the angel. Because they chained the human spirit to the abyss,
I looked down on religions. Because of the devastating massacres that without respite
brought down the naked certainty in life, I put myself on guard against the nature of the
states. Because I saw thousands fall, I knew that the pact of human indifference
triumphed provisionally.
No doubt this is the time of the end, they proclaim, something as formidable as its
emergence: the sinking of the continents.
I endure the pressure of the darkness forged by the human imagination in the rapture of
an age already without a heaven. I already know I will be invisible. And even though a
while ago a flash of lighting unloaded its anger of white roots, filling my log cabin with
dense energies, I will unflinchingly turn a deaf ear to the oracle, for I will still love the
men that suffer and the peoples that resist, I will hear the sweet voices of the stones and
the trees that call us to the return, the secret language of the birds of the first day to
which the states and the gods have been deaf for many centuries.
© Translation: 2005, Nicolás Suescún
Delfos
Delfos
Habito una zona de rayos y de revelaciones. El oráculo aún habla. Yo por mi parte no loescucho. No sigo sus admoniciones.
Me negué a ser iniciado. No repetí jamás en voz alta aquello que escuché de la boca de
la tormenta. Luché contra el ángel. Porque ellas encadenaron al espíritu humano al
abismo, desdeñé las religiones. Por las asoladoras matanzas que derribaron sin tregua la
desnuda certeza en la vida, me puse en guardia contra la naturaleza de los estados.
Porque vi caer a miles, supe que triunfaba provisoriamente el pacto del desamor
humano.
Sin duda es el tiempo del fin, se pregona, algo tan formidable como su surgimiento: el
hundimiento de los continentes.
Sufro la presión de las tinieblas forjadas por la imaginación humana en el rapto de una
edad ya sin cielo. Sé ya que seré invisible. Y aunque hace poco un rayo descargó su ira
de raíces blancas, poblando mi cabaña de troncos de densas energías, yo no cejaré en
desoír al oráculo, pues aún amaré a los hombres que sufren y a los pueblos que resisten,
oiré las dulces voces de las piedras y los árboles que nos llaman al retorno, el lenguaje
secreto de los pájaros del primer día para quienes los estados y los dioses son sordos ya
hace siglos.
© 2003, Fernando Rendón
From: La fiera es la jaula
Publisher: Inedited,
From: La fiera es la jaula
Publisher: Inedited,
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Delfos
Habito una zona de rayos y de revelaciones. El oráculo aún habla. Yo por mi parte no loescucho. No sigo sus admoniciones.
Me negué a ser iniciado. No repetí jamás en voz alta aquello que escuché de la boca de
la tormenta. Luché contra el ángel. Porque ellas encadenaron al espíritu humano al
abismo, desdeñé las religiones. Por las asoladoras matanzas que derribaron sin tregua la
desnuda certeza en la vida, me puse en guardia contra la naturaleza de los estados.
Porque vi caer a miles, supe que triunfaba provisoriamente el pacto del desamor
humano.
Sin duda es el tiempo del fin, se pregona, algo tan formidable como su surgimiento: el
hundimiento de los continentes.
Sufro la presión de las tinieblas forjadas por la imaginación humana en el rapto de una
edad ya sin cielo. Sé ya que seré invisible. Y aunque hace poco un rayo descargó su ira
de raíces blancas, poblando mi cabaña de troncos de densas energías, yo no cejaré en
desoír al oráculo, pues aún amaré a los hombres que sufren y a los pueblos que resisten,
oiré las dulces voces de las piedras y los árboles que nos llaman al retorno, el lenguaje
secreto de los pájaros del primer día para quienes los estados y los dioses son sordos ya
hace siglos.
From: La fiera es la jaula
Delphi
I inhabit a zone of light rays and revelations. The oracle still speaks. I for my part do notlisten to it. I do not follow its warnings.
I refused to be initiated. I never repeated aloud what I heard from the mouth of the
torment. I fought against the angel. Because they chained the human spirit to the abyss,
I looked down on religions. Because of the devastating massacres that without respite
brought down the naked certainty in life, I put myself on guard against the nature of the
states. Because I saw thousands fall, I knew that the pact of human indifference
triumphed provisionally.
No doubt this is the time of the end, they proclaim, something as formidable as its
emergence: the sinking of the continents.
I endure the pressure of the darkness forged by the human imagination in the rapture of
an age already without a heaven. I already know I will be invisible. And even though a
while ago a flash of lighting unloaded its anger of white roots, filling my log cabin with
dense energies, I will unflinchingly turn a deaf ear to the oracle, for I will still love the
men that suffer and the peoples that resist, I will hear the sweet voices of the stones and
the trees that call us to the return, the secret language of the birds of the first day to
which the states and the gods have been deaf for many centuries.
© 2005, Nicolás Suescún
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