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Gedicht

Ramón Cote Baraibar

CHERRIES AND HAIL

Everything happened in the first week of March
when at last the cherries fell.

And they did not fall because they were ripe, round, rotund,
but because of the hail and its inexplicable ire.

After the storm, on the compact whiteness of the park
minimal spots of purple colour

began to sprout, here and there,
like the wedding dress of a stabbed bride.

The tough February prohibition and the excessive greed
among the high branches were the cause of the avalanche of children

who did not mind cutting their lips with the glass snow
so long as they could burst the peel between their teeth.

When, many years from now, someone asks them
about the definitive flavour that brings back their childhood

they will not hesitate to say the flavour of those cherries,
the flavour of vengeance those frozen cherries had,

and they will immediately add that everything happened
in the first week of March long ago, after a storm,

when the hail of the park was slowly stained with red,
and afterwards their breath, and the tips of their fingers,

and also their memory, bleeding, recalling all of that.

CEREZAS & GRANIZO

CEREZAS & GRANIZO

Todo sucedió en la primera semana de marzo
cuando por fin cayeron las cerezas.

Y no cayeron por maduras, por redondas, por rotundas,
cayeron por culpa del granizo y su inexplicable cólera.

Después de la tormenta, sobre la compacta blancura del parque,
empezaron a brotar, aquí y allá,

mínimas manchas de color púrpura,
como si fuera el vestido nupcial de una novia apuñalada.

Fue tanta la prohibición de febrero y la excesiva codicia
entre las altas ramas las que provocaron esa avalancha de niños

a quienes no les importó cortarse los labios con esa nieve de vidrio
con tal de poder reventar su piel entre los dientes.

Cuando pasados los años alguien les pregunte
por el definitivo sabor que los devuelve a la infancia,

no dudarán en decir que el sabor de las cerezas,
el sabor a venganza que tenían esas cerezas heladas,

y enseguida añadirán que todo sucedió un lejano marzo,
en su primera semana, después de una tormenta,

cuando el granizo del parque se fue tiñendo de rojo,
como después su vaho, como las puntas de sus dedos,

como también su memoria, desangrándose, ahora al recordarlo.
Ramón Cote Baraibar

Ramón Cote Baraibar

(Colombia, 1963)

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CEREZAS & GRANIZO

Todo sucedió en la primera semana de marzo
cuando por fin cayeron las cerezas.

Y no cayeron por maduras, por redondas, por rotundas,
cayeron por culpa del granizo y su inexplicable cólera.

Después de la tormenta, sobre la compacta blancura del parque,
empezaron a brotar, aquí y allá,

mínimas manchas de color púrpura,
como si fuera el vestido nupcial de una novia apuñalada.

Fue tanta la prohibición de febrero y la excesiva codicia
entre las altas ramas las que provocaron esa avalancha de niños

a quienes no les importó cortarse los labios con esa nieve de vidrio
con tal de poder reventar su piel entre los dientes.

Cuando pasados los años alguien les pregunte
por el definitivo sabor que los devuelve a la infancia,

no dudarán en decir que el sabor de las cerezas,
el sabor a venganza que tenían esas cerezas heladas,

y enseguida añadirán que todo sucedió un lejano marzo,
en su primera semana, después de una tormenta,

cuando el granizo del parque se fue tiñendo de rojo,
como después su vaho, como las puntas de sus dedos,

como también su memoria, desangrándose, ahora al recordarlo.

CHERRIES AND HAIL

Everything happened in the first week of March
when at last the cherries fell.

And they did not fall because they were ripe, round, rotund,
but because of the hail and its inexplicable ire.

After the storm, on the compact whiteness of the park
minimal spots of purple colour

began to sprout, here and there,
like the wedding dress of a stabbed bride.

The tough February prohibition and the excessive greed
among the high branches were the cause of the avalanche of children

who did not mind cutting their lips with the glass snow
so long as they could burst the peel between their teeth.

When, many years from now, someone asks them
about the definitive flavour that brings back their childhood

they will not hesitate to say the flavour of those cherries,
the flavour of vengeance those frozen cherries had,

and they will immediately add that everything happened
in the first week of March long ago, after a storm,

when the hail of the park was slowly stained with red,
and afterwards their breath, and the tips of their fingers,

and also their memory, bleeding, recalling all of that.
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