ZELARAYÁN

A Terrible Morning

1

At 10AM
reciting his best
poems
scaring girl cashiers and old ladies
with his howl
Ricardo Zelarayán
was dragged out by the hair
by security
for throwing spinach
to the floor,
kiwi boats
to the floor,
for taking the tops off
liter yogurts.
Ricardo Zelarayán
was dragged out by the hair
for going around like a demon
between the shelves
striking fear into
boys and girls -
boys that have
sex and thievery
in their eyes
girls who find
pleasure in the pleasure
of the libidinous
monster
who thinks about
the sweet delight
the swirl and glow
of the virginal anus.
The monster
was evicted
from the supermarket
for having bad habits and for being
unproductive in the Great
National Enterprise
of the Méndes’ society.

2

So they can be
violently penetrated
the girls
of Salguero Av.
get dressed
the monster
with his terrible penis
awaits them
locked in a cage
thick, thick.
he sees them go
towards the mall
the anus is disseminated harder
the higher it goes
on the escalator.
The girls are all doing anal
advertisement!
The girls are all doing anal
publicity!
The escalator
in the heat
of the summer -
what a sinner -
enjoying and sweating
like a monster.

3

The monster
locked in his cage
for throwing spinach
to the floor,
kiwi boats
to the floor,
watches the clientele
and the female employees
of the Great Enterprise
of the Méndes,
he thinks of the glory days,
the virtuous nights
when he would grab a girl
off Salguero Av.
who innocently offered him
her tight,
tender and pink anus
so that the monster
could usurp it tenaciously.


Apocalyptic Rescue of Zelarayán

That’s my Missisipi Chicken!
Formidable right hook to the smallish guard’s
yapper, it crashes in
his teeth, his face stretched like gum -
it went all the way around to the back.
What a hand! What a supple hand!
The small guy tries to put himself back together
but he’s still got the Mars Mountains
in his eyes.
Fuck yeah! All hell had broken loose!
The guard who had hold of Zelarayán
let go and went at the mosquito
like an angry bull and laid a tremendous blow on him,
sent him flying . . . 
Mosquiti flying like a little dove above
the carts!
He lands on his face and slides,
making music until he falls onto the hood
of a Peugeot.
What a hand! What a supple hand!
The big guard shaved him
with a fantastic right hook . . . 
Out of the supermarket comes Carlitos Juniors
with a domestic servant girl
pushing a cart full of food.
Carlitos’ little servant is soo pretty!
The guards have logistical support.
Out of the sentry box comes one
with a walki-talki.
Zelarayán stops him with
a hard shoulder, makes him swallow the walki talki.
Walki-talki face!
Walki-talki face! Sang Zelarayán.
He swallowed it whole, you could see
it going down his tattle-tale trachea.
We got into a beer truck
that was unloading, all cool.
We put Juniors behind the wheel
and his Paraguayette in the middle.
How pretty the Paraguayette looked!
Juniors saw the steering wheel and was transformed.
We hurtled out onto Avenue Coronel Díaz.
That’s my Alabama Chicken!
We took Soler Street and then went around
the Agüero curve, giving it all it could take.
Oh Zulemita!
Carlitos went down Agüero, concentrated
like we were in the Córdoba Mountains.
Carlitos was running the Agüero Derby!
Fuck yeah!
We crossed Avenue Córdoba at full speed
with the entire national guard on our tail!
And seven! Seven squad cars from Precinct 21!
The squaddies woke up the neighborhood!
Fuckin’ A! The best part of the operation!
What a supergang!
Zelarayán starts to throw crashing bottles
of beer,
the dark glass on Agüero street . . . 
A river of beer and foam!
Zelarayán’s throwing with both hands, fanatic.
Take that, piggies! Drink milk outta my stick!
Dicksuckers from the CIA! Pussylickers from the Fortabat!
And that’s how we lost the fuzz,
beneath the sun of the hot afternoon . . . 

Zelarayán

Zelarayán

Una mañana terrible

1

A las diez
de la mañana
recitando sus mejores
poemas
asustando a cajeras y viejas
con su aullido
Ricardo Zelarayán
era arrastrado de los pelos
por los guardias de seguridad
por tirar las espinacas
al piso,
la bandeja de los kiwis
al piso,
por destapar los yogures
de litro.
Ricardo Zelarayán
era arrastrado de los pelos
por andar como un demonio
entre las góndolas
imprimiendo temor
en niños y niñas
niños que tienen
el sexo y el hurto
en los ojos
niñas que gozan
del gozo
del libidinoso
monstruo
que piensa
en el dulce retorno
fulgor y deleite
del virginal ano.
El monstruo
fue desalojado
del supermercado
por tener malos hábitos
y ser improductivo
para la Sociedad
para la Gran Empresa Nacional
de los Mendes.

2

Para ser penetradas
con violencia
se visten las niñas
de Salguero
el monstruo
con su terrible pene
las espera
encerrado en una jaula
de grueso espesor
las ve pasar
al shopping
el ano se difunde
cuanto más sube
la escalera mecánica.
¡Todas hacen propaganda del ano!
¡Todas hacen difusión del ano!
La escalera
mecánica
en el calor del verano
pecaminosa ella.
Goza y transpira como un monstruo.

3

El monstruo
encerrado en su jaula
por tirar las espinacas
al piso,
la bandeja de los kiwis
al piso,
mira a las clientas
y empleadas
de la Gran Empresa
de los Mendes,
piensa en los gloriosos días
en las virtuosas noches
cuando agarraba a una niña
de Salguero
que inocentemente le ofrecía
su delgado
rosado y tierno ano
para que el monstruo
lo usurpara tenazmente.


Apócaliptio rescate de Zelarayán

¡Ese mi pollo de Orán!
Formidable derechazo en la jeta
de guardia petiso, que le hace
tronar los dientes, la jeta se le estiró
como un chicle, se le puso atrás de la nuca.
¡Qué mano! ¡Qué ductilidad de mano!
El petiso trata de recomponerse
pero todavía tiene en los ojos
las montañas de Marte.
¡Huipi! ¡Se armó!
El guardia que lo tenía a Zelarayán
lo suelta y se va como un toro embalado
hacia el mosquito que liga un tremendo
gomazo, que lo hace volar...
¡El mosqui vuela como una palomita
sobre los carritos!
Aterriza de trompa y se desliza haciendo música
para caer sobre el capot de un Peugeot.
¡Qué mano! ¡Qué ductilidad de mano!
El guardia grandote lo afeitó
de un fantástico derechazo...
Del supermercado viene saliendo Carlitos Juniors
con una sirvientita empujando
un carrito lleno de comidas.
¡Está preciosa la sirvientita del Juniors!
Los guardias tienen apoyo logístico:
de la garita salió uno con un guolti-toki
y Zelarayán lo paró de un codazo
que le hizo tragar el guolti-toki.
¡Cabeza de guolti-toki!
¡Cabeza de guolti-toki!, cantaba Zelarayán;
se lo tragó todo, se le veía cómo bajaba
por la traquea del alcahuete.
Nos subimos a un camión de cerveza
que estaba descargando, lo más campante;
pusimos al Juniors al volante y la paragua al medio.
¡Qué preciosa estaba la paragua!
El Juniors vio el volante y se transformó.
Salimos embalados por Coronel Díaz.
¡Ese mi pollo de Aniyaco!
Agarramos Soler y después doblamos
por la curva de Agüero a todo lo que da
¡Esa Zulemita!
¡Carlitos iba por Agüero concentrado
como si fuera por las Sierras de Córdoba.
¡Carlitos corría el Rally Agüero!
¡Hiupi!
Cruzamos Córdoba a toda veocidá
¡con toda la prefectura atrás!
¡Y siete, siete patrulleros de la 21!
¡Los patrulleros despertaron al barrio!
¡Hiupi! ¡El colmo del afano!
¡Qué superbanda!
Zelarayán empieza a tirar botellazos
de cerveza,
los vidrios oscuros sobre la calle Agüero...
¡Un río de espuma y cerveza!
Zelarayán tira a dos manos, fanático.
¡Tomen, botones! ¡Beban la leche de mi palo!
¡Lame pijas de la Cía! ¡Lame conchas de la Fortabat!
Y así perdimos a los ratis,
bajo el sol de la tarde calurosa..